Pensadlo: ser poeta no es decirse a sí mismo.
Es asumir la pena de todo lo existente,
es hablar por los otros, es cargar con el peso
mortal de lo no dicho, contar años por siglos,
ser cualquiera o ser nadie, ser la voz ambulante
que recorre los limbos procurando poblarlos.

Pasa y sigue (1952), Gabriel Celaya

sábado, 24 de enero de 2015

miércoles, 29 de octubre de 2014

Camiseta Disjecta membra

El Desvelo Ediciones ha sacado a la venta una camiseta de Disjecta membra con la maravillosa ilustración de Mü (http://www.muilustracion.es/) que figura en la portada de la novela. ¡Espero que os guste! Podéis adquirirla a través de la web de El Desvelo (http://www.eldesvelo.com/).



                                 

viernes, 24 de octubre de 2014

Disjecta membra en las ediciones impresas de El Mundo Cantabria y El Diario Montañés

    Durante este mes de octubre, Disjecta membra ha sido reseñada en la edición cántabra de El Mundo y en El Diario Montañés.





sábado, 4 de octubre de 2014

Disjecta membra


           
             Ya ha salido a la venta Disjecta membra, mi primera novela. Esta es la sinopsis de la obra:


           
            A Amelia Gallagher le mutilan las piernas tras sufrir un accidente de tráfico. Seth Randolph nació con una amputación congénita del brazo izquierdo. Jack Endore se queda ciego a causa de la progresiva degeneración de sus retinas. A ojos de la sociedad son discapacitados, seres humanos inservibles. Pero en sus vidas se cruza el multimillonario Russell Cotard. Y Cotard tiene un plan. Juntos fundarán un grupo de héroes imprevistos que acabarán convirtiéndose en auténticos ídolos de masas: héroes sin capa ni mallas, justicieros que han padecido en sus carnes la injusticia, más que válidos… superválidos.

          




domingo, 6 de abril de 2014

Los juegos del hambre



Medio mundo suplicando comida, medio mundo multiplicando comida en su estómago de forma desmedida. Medio mundo salivando, medio mundo vomitando. Falta comida, sobra comida. Decesos por malnutrición, excesos cometidos con el fin de ganar una competición. Presos del hambre, presos de la obesidad. Famélicos a los que les atracan y les birlan el escaso plato de la mesa. Seres gruesos que se atracan de hamburguesas. ¿La comida es alimento o la protagonista de nuevas formas de entretenimiento? ¿La comida es el recurso mínimo para sostener el curso de la vida?, ¿o acaso la comida es ya un pretexto para organizar concursos? Los juegos del hambre: no es solamente el título de uno de los últimos best sellers de la industria literaria; es, mal que no pese, nuestro pan de cada día. 


 

Antípodas  


            Luce muy bien la alimentación bajo la máscara del derecho básico, aunque algunos el sendero que conduce al derecho lo tengan torcido.

            Los hay que degustan manjares o seleccionan el plato más suculento del menú. Otros mastican la enajenación de un apetito que nunca se calma. La nutrición muestra dos caras que se oponen diametralmente.

            Ryan aceleraba su metabolismo para descomponer y asimilar el excedente de comida. Emmanuel fraccionaba cada digestión en cinco o seis digestiones para engañar al estómago.

            A Ryan se le marcaban los michelines con una camiseta puesta. A Emmanuel se le marcaban las costillas.

            Emmanuel quería no fallecer de inanición. Ryan quería revalidar su título de ganador.

            Emmanuel vivía en Haití; Ryan, en el estado de Florida. Y aunque la distancia entre Puerto Príncipe y Miami no fuera mayor de mil doscientos kilómetros, Emmanuel había de conformarse con un cuenco de arroz a la semana, mientras que a Ryan le cronometraban para determinar cuántos minutos tardaba en engullir ochenta perritos calientes.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Museo de los horrores


Una de las últimas obras de Mario Vargas Llosa toma el nombre de La civilización del espectáculo. Así nos define el autor peruano. Y seguramente no ande desencaminado. Somos hijos del exhibicionismo, amigos de los pasatiempos, amantes de la distracción. Y, a estas alturas de la película, ya no podemos encontrar ningún asunto demasiado grave ni demasiado estremecedor que logre esquivar el escaparate, el foco de luz en el plató, el redoble de tambores. Los lugares de exterminación se han convertido en centros de peregrinación. Los epicentros del desastre se han transformado en lucrativas ferias de calamidades donde solo los fogonazos de las cámaras fotográficas iluminan la penumbra. Los templos del terror –en los que únicamente tendría que hablar el silencio– están copados de ejemplos de nuestra confusión del respeto con el comercio de los sentimientos. Merchandising, tiendas de souvenirs, visitas guiadas. El pabellón de exposiciones de nuestras fatalidades abre sus puertas. ¿Cuánto cuesta la entrada? 

 

 

Recreo 

 

            Se puede mantener vivo un recuerdo de muchas formas. Para recordar el dolor, ¿es preciso llevar el morbo de viaje?

            Auschwitz, antiguo campo de concentración, es hoy día un campo de excursiones. Cámara en ristre, los curiosos sacian su ansia de espanto: a la vuelta a casa, podrán enseñar a sus amigos imágenes que atestigüen que estuvieron en el infierno de visita.

            En Dallas, lugar en el que fue asesinado el presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, un autobús recorre –al módico precio de veinte dólares, y bajo el nombre JFK trolley tour– la ruta que siguió la fatídica mañana del 22 de noviembre de 1963 la comitiva presidencial.

            Algo semejante ocurrió en Nueva Orleáns, donde se organizaron giras para mostrar a los viajeros el estado en el que había quedado la ciudad tras el huracán Katrina.

            En la actualidad, varios países están barajando la posibilidad de perpetrar un magnicidio, provocar un ciclón o iniciar otro holocausto porque el turismo mundial está ávido de nuevos parques de atracciones.     


 
 
 

jueves, 28 de noviembre de 2013

Dibujos animados


Seguramente, muchos niños han fantaseado alguna vez con la idea de atravesar la frontera del televisor con la intención de compartir peripecias y aventuras con sus amigos coloridos, con los compañeros de fatigas que les avivan la vida y prolongan la inocencia hermosa de su infancia. No es muy probable que los personajes de los dibujos deseasen lo mismo en el caso de que alguien sondease su opinión. ¿Querrían ser de carne y hueso unos personajes que en este mundo serían perseguidos? ¿Querrían los dibujos animados poner los pies en una tierra que desdibujaría su alegría y desanimaría su entusiasmo? ¿Querrían?  

 

 

Dibujos animados 

 

            Si los dibujos animados traspasaran la pantalla y conviviesen con nosotros, ¿qué les esperaría?

            Al Pájaro Loco lo encerrarían en el cuarto acolchado de un manicomio con una camisa de fuerza.

            A la Pantera Rosa la tildarían de afeminada y le lloverían los insultos de los homófobos.

            A Speedy González, buscavidas mexicano, los Estados Unidos no le pedirían el visado. Ya se encargaría de disuadir su entrada en el país el muro fronterizo.

            A la Abeja Maya la bañarían en insecticida.

            A los Pitufos les tocaría sufrir el apartheid: su llamativa piel azul desataría una oleada de racismo.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Prima de riesgo


Comprar deuda. Vender deuda. La deuda se ha convertido en el principal producto de intercambio entre las naciones. Exportamos precariedad, exportamos hambruna, exportamos desventura. ¿Quién pujará más alto en la subasta de nuestras lágrimas y nuestras desdichas? La ley de la oferta y la demanda nos ofrece penuria y nos demanda que sigamos confiando en las vilezas de los que mandan. Depreciamos la vida. Despreciamos la vida. La banca desbanca al gobierno: el ejecutivo es un consejo de accionistas. Los países ejercen de bancos: nos reparten caramelos que luego nos quitarán de la boca. Bancos que chupan la sangre en vez de donarla. Bancos sin respaldo para evitar que los ciudadanos apoyen la espalda y descansen. Estamos condenados a muerte: el mercado marca las horas que nos restan, y nosotros ni siquiera tenemos relojes de pulsera para saber cuánto tiempo nos queda. La coartada del recorte. Eufemismos: «recorte de gastos» significa ‘recorte de derechos’. No nos interesan los intereses financieros. Nos interesa el fin de las finanzas que finiquitan nuestros sueños. Prima de riesgo. No hay riesgo que valga. Los apostantes apuestan sobre seguro. Prima el privilegio. Prima el poder de las primeras potencias. Piden que primen los espasmos de la bolsa quienes, por norma, se embolsan más dinero. Priman los numeritos de una prima de riesgo que nos trata como si fuésemos primos.
 

 

 

La familia de Riesgo 

 

            El padre de Riesgo advirtió a Riesgo de que esta vida estaba diseñada para los atrevidos.

            La madre de Riesgo le hizo jurar que no sería un temerario.

            Los abuelos de Riesgo le aseguraron que en sus tiempos también hubo apuestas de secuelas imprevistas.

            La hermana de Riesgo le comentó que ella, por indecisa y pusilánime, no había pasado nunca de las aventurillas.

            Con las maletas hechas, los tíos de Riesgo le pidieron a Riesgo que se lo pensara dos veces antes de emigrar, recordándole el funesto caso de su hija.

            La prima de Riesgo había regresado llorando del extranjero y sin encontrar trabajo porque allá le habían dicho que no despertaba ninguna confianza.

viernes, 15 de noviembre de 2013

¿Qué récords vamos a recordar?



Se baten marcas a diario. Todos los días se superan barreras que parecían insuperables. Nuestra cultura, obsesionada con el éxito, tiene la misión de recordárnoslo. El libro Guinness –paradigma de nuestro amor por la cifra más alta, el ejercicio realizado en menos tiempo, el acontecimiento más duradero o la actividad ejecutada mayor número de veces– es el artefacto en el que se condensa este empeño. No obstante, el libro Guinness no recopila todos los récords: no nos muestra la cara oculta de la Luna, las plusmarcas del hambre, las plusmarcas de la injusticia, las plusmarcas de la miseria. El libro Guinness nos cuenta la mitad de la historia: la mitad encomiable, la mitad deslumbrante, la mitad que inflama el orgullo y despierta los aplausos. La otra mitad, la mitad patética y desoladora, está condenada al olvido y al silencio.
 

 

Guinness 

 

            El libro Guinness recoge quién es la persona más rica del mundo. ¿Alguien sabe quién ostenta el récord de pobreza?

            El libro Guinness señala quién es el multimillonario más joven. Nada dice sobre quién tiene la plusmarca de carencias a una edad más temprana.

            El libro Guinness incluye en sus páginas quién es el ser humano más longevo del planeta. ¿Alguien ha cronometrado cuánto ha durado la vida más corta?
 
 

sábado, 9 de noviembre de 2013

Ministerios




Los ministerios son un misterio. ¿Cómo se explica que las personas que lideran cada una de las ramas del árbol del Estado sean sistemáticamente las menos aptas y las menos capaces?, ¿cómo se explica que las autoridades sean las voces menos autorizadas?, ¿cómo se explica que los puestos de mayor responsabilidad recaigan siempre en los más irresponsables? Los cargos, eso sí, están exentos de cargo de conciencia. Para ser ministro no hace falta saber hacer, sino saber ignorar; no hace falta saber decidir, sino saber escurrir el bulto; no hace falta ser competente, basta con ser mezquinamente competitivo. Un texto muy breve de El sentido disidente de la fábula ilustra este sinsentido:  

 

Dime de qué presumes y te diré de qué careces
 

            Es ministra de Agricultura alguien que nunca ha plantado una semilla.

            Es ministro de Trabajo alguien que en su vida ha dado palo al agua.

            Es ministro de Hacienda alguien que defrauda.

            Es ministra de Servicios Sociales alguien que los privatiza.

            Es ministro de Cultura alguien que jamás ha leído un libro.
 

 




En otro orden de cosas –aunque sin abandonar el ámbito de las parcelas en las que se divide el poder del Gobierno como si fuesen las porciones de una tarta–, no parecen menos significativas la tergiversación y las tretas mediante las que bautizamos a estos departamentos.
 
 

            Al Ministerio del Embrutecimiento lo llamamos «Ministerio de Educación».

            Al Ministerio del Desempleo lo llamamos «Ministerio de Trabajo».

            Al Ministerio de la Ignorancia lo llamamos «Ministerio de Cultura».

            Al Ministerio del Abuso lo llamamos «Ministerio de Justicia».

            Al Ministerio de la Enfermedad lo llamamos «Ministerio de Sanidad».

            Al Ministerio del Hambre lo llamamos «Ministerio de Alimentación».

            Al Ministerio de la Parálisis lo llamamos «Ministerio de Fomento».

            Al Ministerio de la Desertización lo llamamos «Ministerio de Medio Ambiente».

            No es casual, si asumimos el lavado de cara con el que afrontamos cada tarea en la era de la apariencia y la necesidad de buena prensa, que el Ministerio de la Guerra –que así se denominó al área militar en España desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX– se llame hoy en día «Ministerio de Defensa».

 

 

 En la imperecedera novela 1984 –cuya trama parece más vigente y nos resulta más tristemente familiar con el paso de los años–, George Orwell nos puso sobre aviso. En la novela de Orwell, el partido único Ingsoc está formado por cuatro tentáculos: el Ministerio del Amor, encargado de infligir dolor; el Ministerio de la Paz, responsable de librar la guerra; el Ministerio de la Abundancia, dedicado a perpetuar las carencias; y el Ministerio de la Verdad, que se ocupa de borrar el pasado y reescribirlo a su antojo. Si George Orwell levantase la cabeza, se llevaría una sorpresa: 1984, más que una obra de ficción, es ya un ensayo histórico o un libro de texto.